©Dama Beltrán (Abstenerse de copiar, porque Dama solo hay una)
Para quitarnos ese mal sabor de boca que nos ha provocado el Face y la maldita envidia. Os dejo una parte del capítulo 13 de la tercera novela que estoy escribiendo. Ya sabéis que la segunda la está revisando Manderley... En fin, que esta parte está dentro de las aventuras de Abel. Pero agarraros los pelos que es uno de los capítulos más light, jajajajajajaj. Un beso a tod@s y gracias por vuestro apoyo, os merecéis esto y mucho más.
Capítulo 13. Camuflando una posesión
prohibida.
Jacob colgó el teléfono y
lo dejó en la mesita. Se dio la vuelta y atrapó a su amante entre sus brazos.
La respuesta fue un pequeño quejido y una mano sobre su dormido sexo.
-¿Todavía quieres más? –preguntó adormilado su compañero.
-Me encantaría pero no, tenemos que marchar. El jefe nos reclama.
Quiere que vayamos en busca de Abel que está en un hotel de las afueras de la
ciudad, uno que se llama…
-Paraíso –respondió sin apenas abrir la boca. Su mano seguía
correteando el cuerpo desnudo de Jacob. Sabía que si seguía así, se pondría
juguetón y terminaría cayendo en sus redes, tal como llevaba haciendo desde
algún tiempo atrás.
-¿Lo conoces? –Escondiendo con una sonrisa falsa la necesidad por
la cual él sabía aquel nombre, se dejó acariciar por el insistente amante.
-He llevado allí a mis citas –Dijo mientras apartaba las sábanas de
la cama y se colocaba encima de él con la agilidad de un gato –No es un lugar
de los que te gustaría frecuentar, pero para follar es suficiente.
-Ajá. –respondió clavando los ojos en aquel dulce pero rudo rostro.
-¿No te pondrás celoso? –Entrecerró los ojos Alex.
-¿Por eso? ¡Qué va! Como bien dices entre nosotros no hay nada,
solo un delicioso sexo esporádico –comentó mientras un nudo en la garganta le
impedía hablar y un terrible dolor
destrozaba su alma.
Efectivamente entre los dos no había nada,
salvo noches de lujuria y desenfreno. Desde que ambos descubrieron que se
complementaban, no necesitaron a nadie más en sus lechos, o eso pensaba Jacob.
Sin embargo, la reputación que precedía a Alex no era de santo, así que en
cualquier instante lo abandonaría como hizo con sus parejas anteriores. Dejándolo destrozado y malherido, porque aunque
se habían prometido no tener ningún tipo de emociones entre los dos, él no era
fuerte y se dejaba llevar por los que sentía hacia su compañero. Cada día
cuando sentía su olor cerca o notaba la presencia en la central, su cuerpo se
llenaba de alegría y su sexo reclamaba lo que en el fondo era suyo, a él.
-¿Qué piensas? –Interrumpió los pensamientos del joven con
delicados besos.
-Que tenemos que levantarnos y marchar –musitó entre beso y beso.
-¿Diez minutos? Solo diez minutos y me harás muy feliz –Recorrió
con su lengua el camino desde su boca hasta la nuez –Siente cómo me he
levantado, no me puedes dejar así –ronroneó mientras atrapó una mano de Jacob y
se la llevó hacia su sexo notablemente elevado por la necesidad de sentirse
dentro del cuerpo del joven.
-No deberíamos…-suspiró cuando la boca de Alex comenzó a morder uno
de sus pequeños pezones. Ya estaba perdido. Su amante sabía muy bien dónde
debía tocar para hacer agitar su varita mágica.
Alex tiró fuerte del
pezón. Sabía que era la mejor forma de hacer despertar los estímulos
sensoriales de su compañero. Y quería hacerlo de prisa y con maestría, porque
al igual que él, debía acatar rápidamente las órdenes de la persona que hacía
crecer la cuenta bancaria. Pero no podía dejar escapar una situación tan buena
como aquella. Su misión en esos momentos era terminar follando a la persona que
estaba a su lado, a su amigo, a su compañero, a su puta hasta el día de hoy. Y
más tarde, el deber.
Dejó libre el pezón para
ir bajando por el duro abdomen de Jacob. Su mano traviesa estaba ya acariciando
el excitado sexo y con dos de sus dedos apartaba aquel delicioso líquido seminal
que comenzaba a emanar.
-Me encanta –susurró antes de llevarla dentro de su boca.
Jacob clavó la cabeza en
la almohada al sentir la calidez de los labios de Alex en su pene. Aquello no
tenía nombre ni sería capaz de sentir alto tan maravilloso. Pronto notó cómo
una de las manos apretaba con fuerza sus duros testículos, haciendo que el
clímax se multiplicara por mil. Por un intento desesperado de sentir más, elevó
un poco las caderas a lo que respondió Alex con un gruñido. Sabía lo que le
indicaba y estaba loco por complacerlo. Pero fue travieso esta vez, no se
apartó de su falo con rapidez, sino que subía y bajaba colmándolo de saliva y
saboreando cada gotita de su interior.
-Me voy a correr como sigas así –cuchicheó Jacob llevando sus manos
hacia la cabeza de su amante.
-Claro que te vas a correr –afirmó con rotundidad Alex mientras se
incorporaba y atrapaba el cuello de su amante para ofrecerle un apasionado y
fogoso beso.
Cuando se separaron
aquellas ardientes y apasionadas bocas. Alex giró a Jacob y comenzó a recorrer
su espalda y su glúteo con la lengua. Hoy no andaría con más precalentamientos
porque el tiempo apremiaba. Una de sus manos atrapó un bote de vaselina y esparció
una pequeña cantidad en el recto de su amante y en su enorme sexo llorón.
-No te muevas, cariño. Vamos a volar de nuevo juntos –Se acarició
el pene para esparcir bien la mezcla y luego puso aquella pringosa palma en el
glúteo de su amante. Comenzó con suavidad, distribuyendo la crema alrededor de
lo que sería su puerta hacia la hecatombe. Cuando sintió la dureza de la verga
de Jacob, introdujo un dedo e inició un suave movimiento. Lo quería preparado
para él –Uhm… delicioso –Acercó su boca y pegó un enorme mordisco en el cachete
derecho. Dejando allí una deliciosa marca de posesión.
Siempre lo hacía, pero
en lugares donde no eran visibles. Aquello era su secreto y nadie ni nada
podría destrozarlo jamás. Porque aunque
era frío como el hielo, Jacob comenzaba a encender algo de calor en él. Llevó
de nuevo la palma hacia el duro falo de su amante, estaba a punto, tal como lo
estaba él. Así que dirigió su sexo hacia la entrada pringosa y comenzó a
introducirse lentamente dentro de su mancebo.
-¿Notas mi afecto por ti? –Preguntaba mientras bombeaba
incesantemente el cuerpo fornido y trabajado de Jacob -¿Sientes mi deseo,
cariño? Me muero por estar follándote todo el día. Quiero estar así siempre
contigo, ¿me escuchas?
-Sí –respondió Jacob mientras agitaba su sexo al ritmo que le
indicaban los envites de Alex. Le encantaba escuchar aquellas palabras, aunque
luego se las llevara el viento.
-Quiero estar dentro de ti una y otra vez –El ritmo cada vez era
más rápido, más tórrido. Ambos cuerpos emanaban sudor y un delicioso olor a
sexo -¡Córrete! –Gritó al sentir las palpitaciones de su pene dentro del recto
da Jacob.
Jacob sintió una enorme
punzada en su sexo. Explotó a la misma vez que Alex lo hacía dentro de él. Era
una delicia sentir ese tipo de placer/dolor y no lo había descubierto hasta que
apareció por su vida, la cual serviría en una bandeja de plata si con ello no
se retiraría de su lado. Pero aquello era un sueño imposible.
-¿Estás bien? –Preguntó Alex mientras besaba la espalda húmeda de
su pareja.
-Sí, muy bien. Nos toca una ducha y salir corriendo –Cayó sin
fuerzas en la cama.
-No te preocupes, seguro que Abel sabe arreglárselas solo. Es un
superviviente como nosotros –Alargó la mano hacia el cuerpo abatido y lo atrajo
hacia él, le besó de nuevo y lo condujo hacia el cuarto de baño –Después de una
ducha, estaremos preparados para encontrarnos con Mister Playboy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario